miércoles, 19 de diciembre de 2012

Los liquidadores de Chernobyl

La noche del viernes 25 de abril de 1986 no la recuerdo, pero supongo que con mis 10 añitos estaría en el salón de casa de mis padres, disfrutando del esperado programa semanal de UN, DOS, TRES.
Y ahora me doy cuenta que, si no recuerdo aquella fecha,  en gran parte se lo debo a que muchas personas sacrificaron su vida a más de 3000 kilómetros de distancia de donde yo estaba.
Esta es la historia de los biorobots o liquidadores de Chernobyl, a los que desde aquí quiero enviar un humilde homenaje a su recuerdo.
 Aquel día se programaron unas pruebas en la central nuclear de Chernobyl, que desgraciadamente y como consecuencia de una numerosa cadena de errores llevó a que a las 01:26 h de la magrugada del 26 de Abril estallara el núcleo del reactor número 4, provocando el mayor desastre nuclear de nuestra historia, equivalente a más de 400 bombas de Hiroshima, que desalojó de sus casas a cientos de miles de personas y que provocaría la muerte y el dolor de incontables personas.


En Suecia salta la alarma mientras URSS calla.

El hermetismo informativo del Kremlim no ayudó a minimizar los riesgos. La nube radioactiva comenzó a desplazarse hacia el norte, y el día 28 de abril, dos días después, en una planta nuclear de Suecia, saltan las alarmas nucleares cuando van a entrar los empleados. Creen que tienen una fuga, pero al analizar la contaminación descubren que es de un material exógeno. Salta la alarma en Europa, de allí a la ONU, y el Kremlim se ve obligado a hablar, pero con la boca pequeña.

Durante las primeras horas las propias autoridades no sabían qué había ocurrido. Conocían que algo había explotado en las instalaciones del reactor 4 y que había un incendio, pero ni se imaginaban que había sido la cubierta del reactor lo que había explotado, expulsando al aire cantidades mortales de radioactividad. De hecho los bomberos fueron los primeros en acudir al lugar de la explosión e intentaron apagar el incendio con sus mangueras, lo que no hizo más que empeorar las cosas como luego veremos. Las rápidas quemaduras que notarían en sus manos y en su cuerpo serían señales de la dosis letal de radioactividad que estaban recibiendo. Estas fueron las primeras víctimas mortales.

El pueblo de Pripyat

A Pripyat, el pueblo dormitorio de los trabajadores de la central, a escasos kms de ella y con unos 45.000 habitantes, llegó el primer destacamento militar enviado por un Gorvachov que llevaba poco en el Kremlim. Mientras las familias disfrutaban de una jornada sabática se cruzaban con sorpresa los primeros soldados que, equipados con inútiles máscaras antigas, comenzaban en la tarde del sábado a tomar mediciones de radioactividad en el pueblo de 15.000 veces las normales, alcanzando ya por la noche, la última que sin saberlo pasarían en sus casas,  las 600.000 veces por encima de lo normal. Ver los niños y las familias paseando en los vídeos, cruzándose con los soldados es estremecedor.
Al día siguiente, 2.700 autobuses llegaron a su pueblo, les indicaron que se se subieran, y abandonaron para siempre sus casas. Algunos mayores, que habían conocido la geurra y que se sentían engañados puesto que no oían bombas ni veían ningún ataque, decidieron quedarse. Murieron.

 

 Situación crítica.

Sin querer entrar en detalles, porque además de ser profano en física no quiero confundir, la situación era muy grave y se podía poner mucho peor. Y según entiendo se debía a que estaba el núcleo del reactor, con toneladas de material radiactivo descontrolado y a cielo abierto y por tanto emanando grandes cantidades de vapor y polvo enormemente radioactivo que serían trasportados por los vientos hacia el resto de Europa.
Pero lo peor parece que no era eso. El comité científico que allí se trasladó evaluó que si la fusión del núcleo llegaba a filtrarse a la piscina inferior (repleta de agua en parte por la acción de los bomberos) ocasionaría una explosión nuclear que dejaría a Europa inhabitable. 

Comienzan a aparecer los héroes. Los liquidadores. Los biorobots, como algunos se llamaron, haciendo referencia a que donde las máquinas no llegaron, allí aparecieron ellos.

Los helicópteros sobrevuelan el reactor incenciado.

Bosque rojo debido a la radiactividad
 Los primeros en entrar en escena fueron los 80 helicópteros con sus pilotos y ayudantes, que situándose en arriesgadas maniobras (alguno se estrelló al engancharse con algún cable) sobre el reactor, donde había entre 120 y 180ºC y unos niveles de radiación letales si permanecías expuesto pocos minutos, volcaban sacos de arena mezclada con boro, y posteriormente toneladas de plomo, para "tapar" el reactor y minimizar la emisión. Algunos incluso realizaron varias pasadas el mismo día. Muchos fueron trasladados al Centro Medico especializado en Medicina Nuclear de Moscú. 
Es estremecedor escuchar los testimonios del personal sanitario que les atendió, que conocían el fatal desenlace que les esperaba a la mayoría de ellos, mientras algunos bromeaban al encontrarse bien.
Y es que la radioactividad daña por exponerte mucho en poco tiempo o poco en mucho tiempo, y tras exposiciones altas y unos síntomas gastrointestinales transitorios, viene una fase de latencia en la que estás más o menos bien hasta que acontece el fallo multiorgánico que te lleva a una horrible muerte. Esto les ocurrió a muchos de ellos sin que pudieran hacer nada por remediarlo.

Héroes con nombre propio para vaciar la piscina.

El siguiente objetivo fue vaciar la piscina. La central informática que controlaba su vaciado había quedado inutilizada, y las válvulas para su vaciado manual, sorprendentemente estaban en el interior de la piscina.
Piscina del reactor con efecto Cherenkov
 Alexei Ananenko (prestigioso técnico nuclear que había participado en la construcción de la central, casado  y con un hijo), Valeriy Bezpalov (ingeniero responsable de la explotación de la central, casado y con 3 niños) y Boris Baranov (joven trabajador de la central, sin familia) fueron los responsables de introducirse en ella y vaciarla.
Me los puedo imaginar despidiéndose de sus compañeros, no sé si podrían de su familia, sabedores los dos primeros de que se dirigían a una muerte segura, y el joven supongo que lo deduciría de verles las caras, introduciéndose por los derruidos conductos, un paso tras otro, hasta llegar a la base del reactor mientras comenzaban a sentir un sabor metálico en la boca, aguantándose las náuseas, sintiendo mareos, y por fin llegando al borde de una piscina repleta de un agua azul de una belleza mortal (por el fenómeno de Cherenkov), con un resplandor rojizo al fondo procedente del magma incandescente del núcleo.
Se metieron, abrieron las compuertas y vaciaron el agua la piscina, salvando a Europa del desastre.
Desconozco si volvieron. Pero no lo creo.
Acababan de salvar las vidas de millones de personas, quizás incluso la mía. Y no lo sabía.

Los mineros.

Una vez vaciada la piscina, el riesgo ahora era que el núcleo en fusión alcanzara los acuíferos que estaban debajo de la central, contaminándo irremediablemente los grandes ríos de Europa, Mar Muerto...
10.000 mineros fueron trasladados de la cuenca minera de Touza, a unos 1000 km de Chernobyl.

Liquidadores acudiendo a su turno. Bronceado radioactivo
 Durante las 24 horas, en turnos ininterrumpidos de 3 horas, comenzaron a cavar una galería, primero en profundidad (para conseguir una capa de tierra que les protegiera algo) y luego hacia la base del reactor, durante 150 metros. Las declaraciones de los mineros sobre las semanas que duró su trabajo son espeluznantes. Nula ventilación, temperaturas de 50ºC, se tenían que quitar las máscaras y los trajes para poder trabajar, haciéndolo además a un ritmo frenético al grito de "vamos, vamos" para acabar cuanto antes y poder volver con sus familias, esperando que la silenciosa radioactividad no hubiese sido demasiada. Tras varias semanas de trabajo a contrareloj lograron crear una galería subterránea de 30x30x2 metros bajo el reactor, que fue sellada con hormigón.
"Alguien tenía que hacerlo. Nosotros o alguien más. Hicimos nuestro trabajo" dice alguno de los mineros supervivientes.

Liquidadores en la azotea del reactor.

Los biorobots.

Esta es la parte de la historia más estremecedora.
Tras la decisión de la construcción de un sarcófago que aislara el reactor y haber conseguido, con mucha dificultad, levantar las paredes laterales de éste, se vieron con el problema de que el techo del antiguo reactor estaba repleto de restos de grafito, altamente radioactivo, que debían ser eliminados para poder cerrar el sarcófago por arriba.

En primer lugar, máquinas robotizadas fueron traídas desde todas partes de la URSS para eliminar de allí estos restos, manipuladas desde la distancia. Pero la radioactividad acababa con ellas rápidamente y dejaban de funcionar.
Sarcófago cerrando el reactor 4
Aquí nació el término de biorobots. Una legión de reservistas y soldados, muchos de ellos de entre 20 y 30 años de edad, que tuvieron que hacer el trabajo que no pudieron hacer las máquinas.
La zona en la que tenían que trabajar tenía los más altos niveles de radiación. Unos escasos minutos allí y tu muerte estaba asegurada. Quizás menos. Muchos los sabían ya.
Los hombres tenían que salir corriendo de las galerías donde se refugiaban, con un pala, cargar dos o tres paladas de residuos que tiraban del techo, y volver en menos de 45 segundos. Pocos repetían.
En los documentales puedes ver cómo los compañeros, antes de salir, se ayudan a atarse con cuerdas pequeñas planchas de plomo para cubrirse la nuca, el pecho, la espalda... Luego salen corriendo como alma que se la lleva el diablo, literalmente. Sobrecogedor.

Medalla que recibieron los liquidadores
Finalmente el sarcófago fue construido.

Héroes o víctimas del sistema?

En los artículos que hablan de este asunto hay controversia sobre si realmente estos "liquidadores" fueron voluntariamente a intentar resolver un problema, un grave problema para la humanidad, salvar su patria; o fueron forzosamente reclutados o "sacrificados" por el sistema político militar governante, que a posteriori los nombró héroes y les otorgó la medalla que veis a la derecha, con una gota de sangre y los 3 tipos de radiaciones (muy elocuente).
Sin duda, oyendo en los documentales a algunos de los liquidadores que participaron, la información de la que disponían era limitada, no conocían realmente el peligro al que se exponían, se ocultaba información y se les reclutaba; pero otros hablan de responsabilidad, de cumplir su deber, su trabajo, de sacrificio.
La historia la escriben los vencedores, pero está protagonizada por personas de carne y hueso.
Sea de una forma o de otra, desde historias masivas mi humilde reconocimiento a estos HÉROES.


Si te apetece más:
- Video: Documental Discovery Channel
- Video, informe semana: Chernobyl en la memoria
- Wikipedia "Los liquidadores"

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